Bienestar

Para mi gran amor

Para mi gran amor

Escrito por: Ari Ruiz Maceda

Interesante es detenerme a pensar en cuánta atención se desbordaba en mis años de juventud sobre lo externo, sobre lo que sucedía fuera de mí, sobre lo que les pasaba a otros, las reacciones que otros tenían sobre mí, los logros, éxitos y posesiones de aquellos en comparación conmigo, la aprobación o rechazo que el colectivo me ofrecía eran direccionales para el rumbo que quería tomar…veo con tristeza tantas personas jóvenes y en diferentes ciclos de vida que están escuchando con la misma atención que yo lo hice lo que sucede afuera…sin caer en cuenta que lo más importante viene de nuestro interior. 

Querida te escribo esta carta para hacerte notar algunos cambios que he venido advirtiendo en ti.

Recuerdo que hace tres años te miraba triste, desesperada, angustiada, con temor y enojo; que expresabas casi todo el tiempo, he de recordarte los gritos que repartías por la casa en referencia a cosas relevantes e irrelevantes como tirar agua del lavabo o los cabellos que caían en el mismo…mentadas de madre, críticas y menosprecio adjudicabas a todo y todos aquellos que no encajaban con lo que considerabas adecuado.

Suelo recordar cómo en esa temporada al levantarte cada mañana lo primero que hacías era quejarte, tu ceño ya fruncido marcaba el estado de ánimo que nos acompañaría para todo el día, éste gesto era señal de incomodidad ante cualquier ruido, en seguida mirabas de lado y te recriminabas por estar donde ya no querías. Amanecer así era una carga de todos los días, justo parecía que los días te pesaban…parecías dormir con un pesado costal encima de ti, tu respiración incluso se volvió limitada; ¿recuerdas que se te tapaban mucho las fosas nasales, y te faltaba el aire?, me parece que era aquel gran lastre con el que querías cargar…y disculpa que te lo diga así; aunque sé que no lo tomarás a mal; hoy tu y yo sabemos que así era, tú lo elegías, cada mañana tomabas sin ser obligada ese mismo lastre para iniciar tus labores...Ahora que te lo digo me doy cuenta de lo conveniente que eso te resultaba...echar al saco todo aquello que se dejara contener para después llevarlo a cuestas y decir ciertamente: estoy cansada, agotada, fastidiada, no puedo más, no tengo ganas ni energía para pensar en algo lindo o útil, para emprender, para sonreír, para cumplir tus sueños, para decidir, para trabajar, para crear la vida que deseabas, la energía nunca era suficiente, y se aunaba a ello la desatención hacia tu persona: ayunabas por horas, no bebías agua, ni hacías ejercicio, trabajabas en exceso haciendo lo que no disfrutabas, bebiste en exceso y fumaste igual mientras te desvelabas cada fin de semana sin excepción, buscando a toda costa ser aprobada, aceptada y amada por ser la más divertida, la más buena onda, la que no se queja, la que aguanta, aún acosta de sus propios deseos, pasaste por encima de tus gustos y anhelos para ser la compañera “perfecta”, al grado de sacrificar tus ideales y metas…Sé que ésta fue una época en la que te cuestionabas mucho acerca de tu propio valor, ya que pensabas que estaba en función del cumplimiento de expectativas y la aprobación que otros te dieran, esperabas que los que te rodeaban te otorgaran el derecho de ser, de valer incluso…Hoy me alegra saber que ya sospechabas de tu equivocación y cuan perdida en las necesidades de otros estabas...ya comenzabas a querer algo diferente aunque aún no sabías cómo hacer que sucediera…por “diosidencia” la incomodidad estaba a punto de ser tal que sucediera el cambio. Tus pensamientos entonces eran muy oscuros, repetitivos, obsesivos, las pautas al pensar no te llevaban a ningún lugar útil o a ninguna conclusión; sólo eran círculos que se repetían incansablemente dentro de tu limitada experiencia, juicios basados en tu perspectiva pesimista…las gafas que entonces utilizabas para ver el mundo; estaban he de decir bastante sucias, entonces la interpretación que hacías de los sucesos y personas era bastante distorsionada…juzgando que lo que sucedía era debido a que el mundo era un lugar feo que además te vomitaba de él.

Yo mejor que nadie puedo apreciar cómo te sentiste; tan mal, tan incómoda, tan al borde de la locura, qué tan desesperada para tomar esta determinante decisión …finalmente optaste por la muerte, una muerte lenta, gradual y progresiva. 

Desde entonces cada día muere un poco de lo que fuiste y ya no quieres ser…y eso es algo que respeto y me inspira admirarte.

Ahora cada mañana te afanas; he notado que, con mucho esfuerzo, a veces intentando a cada ratito; por que mueran tantas cosas en ti. Le estás dando muerte a la queja por las mañanas para dar paso al agradecimiento, ahora a diferencia de antes cuando gritabas por lo que fuera, al abrir los ojos lo primero que haces es agradecer por todo incluyendo lo que antes te parecía sin importancia como el colchón en el que despiertas, el cuadro de elefantes de colores en la pared blanca, y la ventada que abres para que entre el aire, ese mandala que usas para cubrir tu closet sin puertas y los budas que te gusta tanto mirar, el poder contemplar la mueca de la princesa Mérida que yace sobre tus zapatos y que tanto se parece a la ti, y reír por ello, la pila de libros sobre una silla que esperan continuar siendo leídos, la vida de quienes amas, el sentir amor por otros y ser correspondida, el servir con tu trabajo y disfrutar por ello, la luz que ilumina muy temprano el cuarto y hasta el sistema de drenaje en el baño. Muere la irresponsabilidad de dejar en manos ajenas tu felicidad, muere el demandar a otros que te otorguen el derecho natural de ser y valer en tu justa dimensión, muere la desatención al no darte de comer o intoxicarte con alimentos inadecuados, no arreglarte, llevarte a los excesos, estar en inactividad física y mental, y sobre todo cada día noto como van cayendo las gafas que utilizaste para mirar al mundo…aquello que un día tomaste como verdad va dejando de serlo…a pesar de ti, con mucho dolor, constancia y humildad. Hoy te esfuerzas por mirar con tus propios ojos hacia adentro para descubrirte, aceptarte, amarte y mejorarte.

Hoy advierto claramente que estas cambiando…y sólo quise decirte que lo noto y te doy las gracias por estar construyéndonos de una forma diferente…de la mejor forma que puedes.

Querida estoy contenta de habitarte. Con cariño te abraza tu YO.

De la única persona que ni yo ni tú vas a poder separarte es de ti misma o de ti mismo, con quien conviene quedar bien entonces es conmigo misma. La persona más importante soy yo misma…con ésta convicción comienza el amor desde donde es más conveniente que florezca para comenzar a compartirlo…es por eso que éste primer artículo es escrito para mí, en primera persona, hablándote de mí y mi propia experiencia. He dejado atrás la idea de que necesitas tú o yo, que otros te digan qué caminos tomar…lo único que necesite es saber cómo volver a mí, a mi propio poder para decidir qué y cómo vivir.

 

Psicóloga e intructora de yoga, contáctala a través de su whatsapp

sept 14, 2020

pfff increíble artículo, lloré al leerlo y la piel chiquita… aplauso

Karla

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